Y fueron felices y comieron perdices...
(extraída de http://www.acessa.com/mulher/arquivo/eles/2005/02/28-divorcio/)
Así suelen terminar algunos cuentos de hadas en la versión gachupa, símil del "y fueron felices para siempre" español-mexica derivado del gabacho. Pues si, esos finales son re bonitos, millones de mujeres y hombres sueñan que tras encontrar a su media naranja, alma gemela, su otra mitad, y demás ñoñerías la felicidad correrá libre y obscenamente por sus vidas hasta el fin de los tiempos; que las adversidades, manías, vicios y deformaciones del otro u otra serán minimizados por the power of love, cha la la la la la.
Pero pos no, no siempre esas cosas terminan como los cuentos de hadas que nos leían de pequeños (pero bueno, si tomamos en cuenta la verdadera esencia de las obras emanadas de las mentes de Andersen, hermanos Grimm, similares y conexos, a veces es mejor que la realidad no se apegue a la ficción, pero de eso hablaremos en otro post). El asunto es que hoy, a petición de un fiel lector, dedicaré éste al divorcio o lo que es lo mismo, cuando los enamorados ni fueron felices para siempre, ni comieron perdices (o estaban echadas a perder o tenían tantas especias que se indigestaron con éstas).
Dije en anteriores posts que hay mujeres cuya realización en la vida es tener un hombre al lado, casarse con él y adoptar su apellido nulificando el suyo (y por ende la poca o mucha identidad que hubieran construido por sus propios méritos, logros y luchas). Que se sienten plenas y satisfechas porque cumplen satisfactoriamente con los roles que la sociedad asigna y por ello, la misma sociedad las acepta e incluye en su dinámica. Y dije que si para ellas estaba bien, pues ni hablar dijo el mudo, siempre y cuando hubiera real convencimiento y no el deseo de agradar a los demás, después de todo, si lo que una quiere es mantenerse o incursionar en ciertos sectores sociales debe aprender las reglas del juego y pagar el costo.
Pues bien, pero qué tal cuando, whatever, se logró el sueño pero no se puede mantener y hay que ir al juzgado a disolver el contrato y solicitar a la Curia de su preferencia la disoloushion del casorio, y aventar a los cerdos el dineral invertido en boda, iglesia, recepción, maquillaje, stylist, arreglos florales, cena, bebidas, luna de miel, enganche pa la casa, muebles, etc, etc, sin contar las aspiraciones (fondo de violines estilo La lista de Schindler). Todo eso no importa cuando las mujeres que soñaron, gimieron, desearon y rezaron por obtener la serie de letras que componen el apellido del marido y lo tatuaron como suyo. Porque saben que no es lo único que perderán, sino que, como cuando se te acaba la membresía del club o del gym, pierdes los beneficios.
En círculos selectos, de entrada las amigas, después del escándalo y chismorreo obligatorio consecuencia del divorcio, te invitan con reservas o de plano se olvidan de ti cuando organizan reuniones de parejas, justo como pasa con las solteras, no vaya a ser el diablo y sus hombres de carne débil sucumban a los encantos de una femme solitaria (como si algunos esperaran recibir la "tentación" a casa). Luego viene la invisibilidad en el resto de los ámbitos (conocidos, el "cole", el club y eventos sociales) o recibir una especie de letra escarlata sobre la frente, que en lugar de "A", es "D". Si antes del divorcio se era Coquis Uruaga..., luego se convierte en Coquis la ex de, o simplemente Coquis la divorciada. Ni qué decir de lo que pasa en instituciones bancarias o empleos, si se buscan.
Extraño, anacrónico, exagerado o ridículo, pues sí. Pero pasa. Tal vez menos que hace 30 años, pero todavía a principios de los noventa del siglo pasado mi madre, tras el divorcio, tuvo que decir que su estado civil era soltera para poder recibir un crédito para comprar su casa, y a una amiga que jamás se casó pero es madre, hace apenas el 2005 cuando decidió comprar un auto y solicitó información a varias agencias de la ciudad le decían que tenía llevar comprobantes de ingreso conyugal; y pa acabarla, cuando llené una solicitud para un puesto en un reconocido periódico me sugirieron no decir que vivo en unión libre-amasiato-concubinato-horror-degeneración social-pecado.
Cosas como éstas hacen pensar que la vida tiene un extraño sentido del humor, como cuando las empresas creen que mujer soltera=responsable, pero si se casa=irresponsable, lo contrario cuando se trata de un hombre, que sienta cabeza con las mieles del matrimonio (como si no la sentara desde antes a la menor provocación, jajaja).
En fin, ignoro si mis sobrinas y demás descendientas conocerán otra historia y reirán incrédulas cuando su anciana tía Pato les cuente de estos ancestrales usos y costumbres, justo como yo cuando la hermana de Celia Ruiz Jerezano, notable psicóloga jungiana y una de las fundadoras del grupo Las Reinas, junto a Graciela Hierro (1928-2003), Dasha e Isabel Custodio, me contaba que hace medio siglo los hombres se burlaban de ellas y las insultaban cuando inspeccionaban obras en construcción (ella es arquitecta) sólo porque usaban pantalones en lugar de falda y tacón.
La mujer permanece en los patios interiores, apaga las antorchas, termina la tarea del día. Cuando es joven hace la reverencia, baila los bailes y se sienta a esperar el arribo del príncipe. Cuando es vieja, aguarda a que le den la orden de que se retire. Rosario Castellanos
Comentarios
Tendrás tantita pomada del tigre? se me hace que se me descuadró la pajarera y se me cayó la pretina.
besitos
Tu post, querida Mujer del Oso, se me hizo un tanto espeso, tengo la ligera impresión de que te caen gordas "las viejas".
Rosario castellanos tiene otra frase muy buena, "Mujer que habla Latín, ni encuentra marido ni tiene buen fin". Aún no sé si celebrarle o lapidarla...
Tú escoge.