A un año de Paracho

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En un principio sólo iríamos Fabián y yo. Para quienes no lo conozcan, Fabián es amigo desde hace como once años, fotógrafo, existencialista de profesión y geminiano por nacencia. El destino: Paracho, Michoacán, sede del Festival Internacional de Guitarra, que suele llevarse a cabo en julio. Con la maleta a cuestas, cámaras fotográficas, desenfrioles y algo de dinero, ah, y una vaca de peluche o lo que es lo mismo, el álter ego del tercer miembro de la expedición, invertimos alrededor de 14 horas nalga en autobús.

Comprobé que experiencias previas vía terrestre al DF no me habían templado lo suficiente. Estas cosas ayudan a forjar el carácter, señala el lugar común.

Mis intenciones se limitaban a descansar, desintoxicarme de Monterrey y durante unos días jugar a creer que era huérfana de seres queridos, que mi cordón umbilical había sido borrado del mapa, cosa que puse en práctica apenas el autobús salió de la ciudad.

Por lo general no puedo dormir en los vehículos en movimiento, siento que sería un grave descuido no tener los ojos abiertos por si te llega la hora, aunque sé que tal vez eso no sirva de nada. Salimos por la madrugada de Monterrey y yo pegada a la ventanilla, mirando cómo la carretera se perdía en la penumbra, iluminada esporádica y teatralmente por los faros de tráileres y automóviles, o de tanto en tanto por una gasolinera, un grupo de casas o improvisados retenes.

Me gusta la carretera por las noches. Pareciera que el tiempo se detiene, como si fueras a todas partes y a ninguna. Todo se simplifica y los sentidos se estimulan. Es un bello impasse. Más bello aún cuando, entre las tres y cuatro de la madrugada, me sobresaltó algo que jamás había visto en vivo y a todo color: un lago. Cubierto por densa neblina, el lago de Cuitzeo reposaba ante mis ojos.

Fue un shock. No podía dejar de verlo. Qué se puede esperar de una natural de tierras bárbaras que lo más cercano a un lago en su vida ha sido una alberca o la Presa La Boca, ojos de agua, arroyos y ríos de poca monta o peor aún, secos. Tanta pinche agua acumulada ahí de forma natural me erizó los vellos de la nuca, me cae.

Llegamos a Uruapan por la mañana. Algún día me gustaría caer ahí para conocer dónde nació Olivia, mi abuela materna, y averiguar la procedencia del color y tamaño tanto de sus ojos como los de mi mamá, y acabar de una vez por todas con la ilusión de Oscar (que apela a la creencia de que, sabrás cómo será tu pareja de viejo (a) sólo viendo a sus padres), de que algún día los míos se volverán verdes (risas grabadas).

En Uruapan tomamos un camión que nos llevó a Paracho, trayecto que duró una hora aproximadamente. Fuimos recibidos por un glorioso mercado y sus quesos, frutas, verduras, pan, gorditas de nata, carnes y desde luego, el bullicio. Ahí detecté el olor a leña que no me dejaría incluso ya de vuelta en Monterrey, enredado entre los hilos de los rebozos y demás regalitos que traje pa la raza.

Tras cruzarlo llegamos a la plaza principal, rodeada por el palacio municipal, la casa de la cultura, la base de la policía, la iglesia, la torre vieja, varios puestos y un templete sobre el cual se llevaban a cabo gran parte de los eventos de la feria. Nos sentamos en una banca y dejamos las maletas, mientras Fabián buscaba a Rosaura, nuestra anfitriona y contacto en el municipio. Hasta ese momento calaba el bochorno.

Tomé algunas fotos de la plaza y de las mujeres, unas marchanteando en sus locales, otras caminando, otras más sentadas en el kiosco, pero todas con gesto de orgullo en la cara, que no es lo mismo que soberbia. Se veía mucha vieja cojonuda, de las que no se dejan de las viejas estiradas e ignorantes de las grandes ciudades; se veían mujeres de esas que pelean por lo suyo hasta donde les den las fuerzas. Los días que estuve ahí no pude dejar de verlas (con cierta envidia incluso). Clavada en eso, ni cuenta me di cuándo empezó a encapotarse el cielo.

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Rosaura salió y fuimos presentadas, luego nos dijo dónde ir a comer. Bajo una lona, dos mujeres servían pollo enmolado con arroz, acompañadas de una niña pequeña. Tragamos como cerdos. Y sí, el pollo sabía mucho, pero mucho mejor que el que compramos en HEB, Walmart o demás templos del capitalismo, como diría Silva.

Terminamos y enfilamos rumbo al hotel. De pronto, comenzó a llover. Un chingo, con tubo, poca madre, cañón, a cántaros. La gente se apiñonó en el área del templete, techada con lonas. Los aguaceros no cesaron sino hasta el final del viaje, una semana después. En el camino Fabián y yo tomamos fotos. Luego de dejar las cosas en el hotel volvimos para hacer más tomas. Hubo muy buenas de hilos de agua escurriendo por las orillas de las lonas, de las bandas de música bajo el aguacero, mientras intentaban guarecerse debajo de unos enclenques arbolitos, así como de jóvenes que participaban en un concurso de atuendos típicos de cada una de las comunidades indígenas de la región.

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Además de los eventos, cada día se llevaba a cabo un desfile de los distintos gremios u oficios (pescadores, carpinteros, guitarreros, etcétera), que iniciaba a la salida del pueblo, a la altura del panteón, recorría la calle principal hasta el otro extremo de Paracho, para desandar parte del camino y culminar en la plaza. Ese día no lo vimos porque volvimos al hotel a descansar del viaje (en verdad, catorce horas nalga son otro pedo).

Continuará…

Comentarios

Anónimo dijo…
Me aburri mucho leer sobre tu viaje a paracho. Ahora se donde no quiero ir nunca, si jamas ire Paracho. espero que no le des continuacion de tu viaje .

Atte: juan.barrios@hsbc.com.mx
Alma Ramírez dijo…
Juanito Anónimo: gracias por el comentario.
Si eres lo suficientemente suspicaz verás en el subtítulo del blog (esto es, debajo de la frase La vida está en otra parte)de lo que se trata esto. Te recomiendo entres a www.sectur.gob.mx para que no pierdas tu tiempo. Felices vacaciones.
Pato queridisima amiguisima, fue la verdadera neta viajar junto con usté, esperemos la proxima vez se ponga mejor, que me cae que yo vuelvo

Mi amiga se llama Rosalba

Que chido lo que platicas

Que hueva el juan barrios anonimo hsbc, que bueno que no ira a Paracho, porque es un lugar tan chido y tan neta que lo terminaria contaminando con su pinche mugrero de vibras que se carga y no me gustaria toparme gente tan pedorra cuando la idea es pasara chido

saludos Pato
Ay, ya me dieron ganas de ir :D

Me gustó tu relato :D
Javy Regio dijo…
es que de eso se tratal, de desintoxicarte, yo cuando voy a san juan de los lagos,me da hasta nostalgia por sus calles empedradas y sus puestecillos de dulces.........

en cuanto a tu post anterior yo creo que no esta extinta la raza trabajadora aqui ya que por algo quisieron sentar sus reales los pinches narcos........

te fijas que ya se acabaron las ejecuciones??
y ya cuando llega el forum, quizas naty hablo con sus patrones del cartel y les pidio chanza de calmarse....


saludos almita y cuidate.....
Anónimo dijo…
excelente tu viaje verdad que es maravilloso el pueblo ya que llueve super y de verdad su comida es sabrosa el aire es puro y su gente es agradable, gracias por visitarlo suerte para la proxima te recomiendo ir para diciembre son padres sus posadas. bye
hector0057 dijo…
que bueno que exista gente como usted, que cuenten su historia de viaje, la verdad paracho es unico, que claro como todo, hay gente buena y mala, pero aqui creo que se supera en mucho eso y cuando se viene a sus fiestas en Paracho se olvida hasta la pena mas grande y mas aun si se convive con su gente, gracias por visitarnos y contarlo
Anónimo dijo…
Héctor0057 es mi padre... Y como a el a mi me alegra que haya gente que valore las tradiciones y que comparta esas interesantes experiencias que ha vivido durante y en la estancia del viaje. Y mas alegra ver que otros valoran lo que en ocaciones los habitantes de nuestro pueblo criticamos. Me fasino tu relato. Al leerlo imaginé todo tu sentir porque yo amo mi pueblo y con ello sus tradiciones. Gracias por visitar... Y una porra para juanito que no sabe leer y se aburrió con el bello relato!! Estamos a tus órdenes. Att. Xenia.
Alma Ramírez dijo…
muchas gracias oiga, ojalá algún día se me haga volver

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