No apto para intolerantes a la lactosa
Un gato bebía leche en un tazón violeta, y su roja lengua se zambullía golosamente en el líquido.
En eso desperté. La leche era yo. El tazón, el puente de algodón de mi ropa interior. La lengua del gato seguía ahí.
En eso desperté. La leche era yo. El tazón, el puente de algodón de mi ropa interior. La lengua del gato seguía ahí.
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Marváz.
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