Papiroflexia

Podía irse cuando quisiera, por supuesto, y también podía quedarse; acaso sería hermoso ver si la luz del sol iba subiendo por la pared, alargando más y más la sombra de su cuerpo, de la mesa y de la silla, o si seguiría así sin cambiar nada, la luz inmóvil como todo el resto, como ella y como el humo inmóviles. (*)

Cerró el libro satisfecha, lo colocó sobre el regazo y estiró la mano izquierda para tomar la taza de té que había dejado sobre la mesa del antecomedor. No había ni taza, ni buró, ni antecomedor. Extrañada, levantó la vista. Estaba en la oficina en la hora más álgida de actividades.

Julio, eres un hijo de puta. Me la hiciste otra vez, dijo entre dientes.


(*) Fin de etapa. Julio Cortázar.

Comentarios

Javy Regio dijo…
hola almita.........
veo que sigues igual de melancolica que como estabas la ultima vez que vine....

te mando un fuerte abrazo y ya posteale!!!!!!!!
Alma Ramírez dijo…
qué te puedo decir, la melancolía es mi única pataleta emocional contra todo aquello que me saca de mi estado zen. Una lucha que trato de evitar, sin mucho éxito como podrás ver.

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