No hables alto, por favor






Detalle panteón La Purísima, Guadalupe, Zacatecas (AR).


Ella hablaba por celular. Al otro lado de la invisible línea en territorio Telcel alguien le reclamaba que se hubiera ido al rancho. "Mientras mi mamá viva qué quieres que haga", decía la mujer. Trabajadora doméstica -"el otro día le dije a la señora que me sentía muy mal"- de entre 30 y 40 años. Ella pedía al interlocutor que no hiciera corajes, "te oigo muy enojado". Luego, le preguntó si con sus reclamos buscaba pretextos para cortar. "Yo nomás te digo que me digas si ya no quieres nada". "Ya no quieres verme?".

Le aseguró que no iba al rancho a otra cosa que a ver a su familia, que no tenía otro compromiso allá. Le pidió que confiara en ella. Al parecer él no cejaba. "A ver, dime qué quieres que haga". Lo repitió por lo menos tres veces.

Una vez que abordó el autobús en la terminal de San Jemo, se sentó en su asiento y sacó un libro religioso. En Saltillo le llamó al hombre celoso, corajudo, y que conducía por alguna parte de Monterrey exigiéndole pruebas de fidelidad.

Afuera, la sequía ha pintado de ocre cerros, barrancos y valles, y las gordas nubes no los miran, pasan de largo. Algunas palmas cachondas, florean.

Ella le dice que le llamó el lunes para felicitarlo por su cumpleaños. Él no le cree, ella insiste. Luego él revira y le cuenta que alguien llamada Mercedes le llamó para lo mismo. Entonces los roles cambiaron.

"Ahhh, y por qué tiene ella tu teléfono si me dijiste que no se lo habías dado? Al parecer la explicación no la satisfizo, pues reaccionó con un "no, ps ta bien".

"Deja de hacer corajes, te vas a hacer viejillo. Que dejes de hacer corajes. Dije viejillo", siguió ella. Luego hablaron de si él vería a sus hijas, y de si ella no sabía ni le quedaban bien los platillos de Cuaresma. Tras unos quince minutos de conversación, ella acabó la llamada y se puso a leer Fama!

Entonces se dio cuenta de que una de las puertas del portaequipajes del autobús estaba abierta, y una estela de ropas y restos de una maleta ribeteaban la carretera.

Varios minitornados, remolinos de polvo. El rojo de la tierra no es vibrante. Ahora es pálido, rayando en el ocre medio u oscuro. En algunos tramos los campos estan lisos, nada crece ni luce muerto en ellos. No hay agua.

Luego, las empleadas de algún call center. De Monterrey. "Goey, qué vamos a hacer cuando lleguemos al hotel?". "Beber hasta quedar inconscientes goey", contestó una. Tras la parada en Rancho Viejo se burlaron de la forma de hablar de una pareja de adultos mayores y los niños que los acompañaban, que bajaron ahí. "Decían 'baja los pieces, baja los pieces!' gooey!". Y soltaban la carcajada.

Sobre la barra, alma del merendero, había una bandeja con dos hileras de enchiladas, se notaba que las habían hecho hace rato. Las tortillas primero se habían remojado, luego secado. El cocinero las tomó y las puso en el comal. Luego, cuatro acompañadas de frijoles refritos y arroz. Bomba nuclear de carbohidratos. A pesar de eso y de su aspecto, estaban lujuriosamente ricas.

En la carretera, el viento organizaba un paseo masivo de polvo. Entonces se supo quién había perdido la maleta cuando se abrió el portaequipaje.
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Ubicación:Zacatecas

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