Feminazi
Hay un hombre al que le gusta
mucho usar la palabra “feminazi” cuando se toca algún tema relacionado con los
derechos y/o libertades de las mujeres. Posiblemente yo reciba ese calificativo
sólo por el hecho de mencionar lo anterior. Como el 16 de septiembre pasado, cuando
calificó como evento organizado por “feminazis” al Lady Fest Monterrey, que según
su perfil de FB es un festival independiente influenciado por el movimiento
Riot Girl, con la participación mayoritaria de mujeres y el apoyo de hombres, a
través del cual fomentan el feminismo pro igualdad (hacen esa aclaración) vía
diversas actividades culturales bajo influencias del anarquismo, punk y la
ideología DIY (Do It Yourself-Hazlo tú mismo).
Cuando se habla de feminazis es
una forma peyorativa de referirse a aquellas mujeres que según el punto de
vista de cada quien, exageran a niveles ridículos las luchas feministas en las que
miles han participado. Consideradas sus causas justas o no, eso también depende
de quién y cómo lo vea. Mi objetivo no es ni iniciar un debate, que de eso hay
mucho. Esta palabra híbrida alude a discriminación, dictadura, dominio, agandalle,
maltrato, crueldad. Si lo que se trata es de hablar de la versión femenina del
machismo entonces lo correcto es hablar de hembrismo, ambas construcciones
culturales igualmente repudiables.
Es cierto que hay feministas cuyos
métodos o reacciones vulneran el principio de tolerancia y respeto a la otredad
que al mismo tiempo esperan de los demás. Nos guste o no es parte de la
libertad de expresión. Tanto como seguramente lo es el hecho de ser llamada
feminazi por no cerrar la boca y ser asertiva, o no hallarle la gracia a
comentarios ofensivos para mí. ¿Dónde está tu sentido del humor?, me dicen. Y
yo no sé qué responder. Bueno, sí lo sé. Sigo pensando en la manera más eficaz
de explicarlo sin que me tomen a broma o lo atribuyan a algún altibajo
hormonal, o a que estoy amargada y/o “malcogida” (un término íntimamente
relacionado con feminazi). Luego pienso que existe el riesgo de que ni
eligiendo la explicación más eficaz sea comprendida, si no hay interés en los
otros.
Hay mujeres que cantan, hacen
chistes, monólogos, largos cotilleos o concursos en los que discriminan a los
hombres por su estatura, fealdad, tamaño de su pene o desempeño sexual. También
presumen o hacen apología de su dominio sobre un hombre, suyo o ajeno. Eso me
parece una pendejada que sólo confirma que la discriminación se alimenta de
sentimientos de una falsa sensación de poder o una terrible inseguridad.
El caso es que sea por lo
anterior o nada en particular, no estamos obligados a reír con los mismos
chistes. Menos aún si son malos, bobos o pendejos. Tan tan.
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