Julio

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A la sombra de un helecho gigante, una mujer sin dientes quita 
piojos a una niña con los ojos llenos de nubes.
Dos niños esperan su turno. Me siento junto a ellos y aguardo las
manos de la espulgadora.
No tengo piojos, pero no se puede viajar hacia la muerte sin
caricias.


Francisco Hernández.

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