Entre chelos y bastones

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Hace algunos días, durante el intermedio de un concierto de la Orquesta Sinfónica de la Uni dedicado a la banda sonora de la saga de Star Wars me encontré a “güelito Silvino”, como llamo cariñosamente a Silvino Jaramillo, decano del periodismo regiomontano y maestro de generaciones de reporter@s, entre las cuales me incluyo. Nos despedimos tras una breve charla que interrumpió un tipo necio en adularlo profusamente. Mientras volvía a mi lugar caí en la cuenta de que el profe, mi ex profe, usaba bastón. Uno de color negro, delgado, con sencilla pero estética empuñadura metálica.

Y no pude evitar hacer otro flashback al pasado, como lo hice en un post anterior. El lugar, la hora, la gente, la música que acompañaron una etapa de mi vida en la que sólo me faltaba ser autosuficiente para ser feliz, porque ya tenía salud y amor y Rumania equivalía al mejor lugar del mundo porque ahí nació el hombre que cimbró mi vida. La primera vez que presencié la eutanasia a un gato. La ocasión en que, al tratar de cruzar Universidad, un tráiler pasó a centímetros de mí. El tatuaje de la muñeca de Román y la cara del maestro de Régimen Legal de Medios de Comunicación.

El primer cigarro que fumé, a los 19, un Benson Mentolado (perdón Luppa, pero ieeeeeeeeec!!!!!!). Las lombrices que decoran las banquetas luego de una tormenta. Cuando supe que iba a ser tía. Los cuadros sinópticos que me han hecho famosa. Silvino diciendo: no hagan preguntas estúpidas. Los balidos de mi cabrito – mascota mientras mi papá lo colocaba en el lavadero y le abría el cuello con un cuchillo. La última vez que me embriagué con tequila, hace casi ocho años.

La cicatriz de mi pie izquierdo a consecuencia de un alambre de púas en una quinta de Coahuila. El estudiante de Odontología procedente de Toronto que conocí mientras sacaba copias en un caber, hace más de una década. La señora vestida de la India María que cantaba Amor Eterno, en un vagón del metro del DF. Mis entrañas paralizadas de gozo mientras recorría el Munal. El sonido que sale cuando se rompe el cuello de un ratón – carnada para una víbora de cascabel. El recorrido por Félix U. Gómez desde calle Reforma, donde bajaba del camión, hasta Carlos Salazar, donde estaba la primaria. Los tipos que se la van jalando en los camiones o en la calle. El intenso cielo azul contrastando con la cantera zacatecana, lugar donde me encantaría envejecer y morir. Los frenéticos boqueos de peces dorados hambrientos. Las lejanas bandas de lluvia parecidas a parvadas de aves.

Silvino diciendo: no dejes de escribir.

Comentarios

Pablo Perro dijo…
que cosa más bonita.
Argüello dijo…
Salud, pinche Pato!!
lacuevadelaloba dijo…
Y vaya que tampoco le haces caso al mayextro Jara millo. Ya que te ausentas en la autisteada, te evaneces, te esfumas, te piras, te soslayas, reculas, te olvidas, te evades, te esfumas, sorteas, te nebuleces, te ocultas, te alejas, te retraes, te sustraes, te alejas, te distancias, te valemadres escribir más seguido en este sitio.

Este blog se va a empezar a sentir como el Campeón cuando no lo pelas. No jodas. También hay que regar las macetas virtuales.

El que no puedas postear desde tu jale no es pretexto. Ya dije.

besitos mua

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