La tiranía doméstica y otras amenidades

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Durante conversaciones formales e informales con mujeres y hombres ¿feliz?mente casados, o novios, o arrejuntaos he tenido el dudoso placer de escuchar sus quejas (que aunque las disfrazan de comentarios triviales no son más que un llamado de impotencia según he percibido) acerca de sus parejas. Aquello va desde el lugar común, como el eterno dilema sobre el correcto apachurramiento del tubo de pasta dental y los calcetines fuera del cesto de la ropa sucia, hasta lo patético, como los “permisos” para ir con los o las amigas el fin de semana.

Algunas de estas parejas, con el paso de tiempo, un par de peleas y negociación, han podido resolver sus diferencias y hoy están felices como lombrices, lo cual me da mucho gusto, pero otras continúan jugando el desgastante juego de ver quién tiene el poder absoluto en el seno del hogar.

No voy a negar que todos quienes hemos tomado la decisión de vivir en pareja hayamos vivido etapas así, pero creo que lo que hace la diferencia es el deseo y la habilidad de expresar claramente lo que esperamos de una relación en vez de dar por sentadas las cosas, a fin de superar actitudes infantiles, celos e inseguridades que rayan en lo enfermizo.

Me causa mucha lástima saber de mujeres que ante los demás se muestran seguras y felices, pero que dentro de las cuatro paredes de su casa se convierten en fallidas representaciones de la mística Gorgona o dominatrix que en lugar de látigo para el placer, usan el palote de las tortillas para joder, o pior que eso, el chantaje sentimental. Desde mandar a dormir al sofá al bato hasta pichicatear o negar el acceso a sus hijos a cambio de dinero, imponer su voluntad, o simplemente, por llana y pura maldad.

Sigo tratando de entender qué es lo que pasa por las mentecillas de gente así, que se la hacen de pedo al amor de su vida por el simple de hecho de recibir una llamada telefónica de otra mujer, o porque la invitan a tomar un café para hablar de los viejos tiempos sin pensamientos carnales de por medio. O que en toda circunstancia deben salir juntos a todas partes en operación mueganito (bostezo).

Me parece digno de lástima que tantos y tantas se traguen entero el cuento chino de que cuando formas una pareja te vuelves un solo organismo. Vil mentira de mentiras, eso no es más que construcciones socio culturales de una sociedad de mente cerrada que sigue aferrada a valores del siglo antepasado. Lo más rico de la vida en pareja, además del hecho de compartir la existencia con alguien con tantos defectos y virtudes como una, es precisamente el hecho de no ser una sola cosa, sino retroalimentarse y enriquecerse mutuamente con las vivencias que cada uno cosecha en sus respectivos ámbitos, aunque a veces se desempeñen en el mismo círculo laboral o de amistades.

Por lo tanto, apelando al principio de vivir juntos, pero que cada quien goce de su propio espacio y tiempo = independencia, califico como absurdo el que se deba “pedir permiso” para irte de rol con los amigochos o amigochas pa echarte unas cheves, jugar dominó, canicas o ruleta rusa, tal como si fuéramos adolescentes y siguiéramos bajo la tutela paterna. O cosas lamentables como que sea revisada la correspondencia personal, e mails o llamadas al celular, desatándose la tragedia shakesperiana si es detectado un número extraño, un nombre, un dato que les haga sentirse patética e irremediablemente amenazados. Y tras ello el rosario de gritos, conato de bronca, mentadas de madre, amenazas, pa que al último todo haya salido de su retocida mentencita.

Cuando alguien acude a pedirme consejo, lo cual me parece a veces que no es más que el deseo subterráneo de querer recibir espaldarazo a lo que ya tienen decidido, pero que por falta de cojones no llevan a cabo, en esencia he dicho: pos si no te gusta, arréglalo, y si no lo puedes arreglar, corta de raíz y vete.

Y si no se quejan de sus parejas, recurren al gastado recurso de: es que no puedo irme porque mis hijos…bla bla bla. Por experiencia puedo afirmar que los moconetes no se vuelven gays, ni músicos, ni delincuentes ni drogadictos ni almas perdidas ni despojos de la sociedad por el hecho de que sus padres se divorcien (a lo mejor se vuelven periodistas nomás).

A veces es más dañino tenerlos juntos y ver cómo se joden y hacen mierda la vida uno al otro, que separados y con relaciones por lo menos cordiales.

Que pinche hueva estar amarrado a algo o alguien con quien la felicidad es a cuentagotas porque el resto del tiempo es estar agarrados de la greña.

A final de cuentas cada quien juega este juego como se le antoja. ¿Pero qué clase de vida -si se le puede llamar así- es esa?

Comentarios

yo en lo personal, prefiero ya no aconsejar ni decir nada de nadie...

debido a que tambien tengo mis pedos personales y dificiles de resolver como casi todos, asi que ya no me siento capaz de aconsejar, y a veces ni de escuchar...

Pato, pero tu te lo has ganado, eres buena apoyando a la raza con tus comentarios, lo cual hace que te pidamos opinion...

saludos
loves_pandora dijo…
oye, fue una gran leccion...me encanto leer tu post...y me di cuenta de una realidad a la ke estaba a punto de caer... ni hablar... gracias
Anónimo dijo…
Saluuu por eso, Cafitooooo!!!!

Creo que le enviaré tu post a una amiga, que no supera la "operación mueganito".

Jejejeje, beshos!!
El Negro dijo…
Me pasa al igual que La China, tengo amistades con esos problemas...

Me encantó tu post. Mejor no lo pude haber escrito.

No es este mi blog, de modo que no ocuparé espacio agregando las cosas que me cagan sobremanera acerca de la pareja (no la mía, sino en general).

Definitivamente te recomendaré con mi amiga.

Besos
Anónimo dijo…
Definitibamente prefiero las citas sexuales a las citas textuales, pero siguiendo el ejemplo de tu canción de pedecería, hago solamente dos citas textuales:
"Cuando unos labios amenazan / con deborarme el corazón, / enciendo la señal de alarma y escapo en otra dirección..." Javier Gurruchaga cantando con una voz más gorda que él en uno de los primeros discos del Sabina.
"A veces es necesario cortar un dedo para salvar una mano, cortar una mano para salvar un brazo, cortar un brazo para salvar una vida" Proberbio chino.
Es decir que estar con alguien es para pasarla muy, muy bien, no para andar con desgraciadeces.
SF

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