La diestra no sabe lo que hace la siniestra



Y así llegó un día en que cayó en cuenta de que estaba harta de tener entre sus manos utensilios de cocina, escobas, trapeadores, alimentos, cepillos para limpiar el baño -ése que siempre que iba lo encontraba con la maldita tapa arriba-. Harta de años de tener entre sus manos verduras qué pelar, ropa qué enmendar, miembros de todo tipo qué masajear, frascos de pomada cuyo contenido había que untar. Las letanías del rosario se quedaban cortas.

Podía pasar todo el día y más pensando en ello. La lista era muy larga.

Los sentimentalismos son el lastre de los cobardes, pensó en voz alta frente a la luna con marco de caoba de su recámara.

Hizo a un lado los preámbulos, tomó el rifle que había escondido debajo de la cama, y salió con una gran sonrisa de la habitación.








Alma Ramírez. DR. 2010

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