De mi chamba*




“Escribimos, publicamos y traducimos con la intención de que la palabra evanescente y su apetito permanezcan a través de la voz del poeta”. Esta cita de la poeta y traductora Sara Cohen, además de rematar su introducción a El rumor de aire, libro del poeta francés Bernard Noël incluido en El oro de los tigres II, resume el espíritu de esta colección que reúne siete títulos de poesía internacional traducidos al español.

La edición fue presentada el pasado 23 de noviembre, en el marco de los festejos por el 30 aniversario de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria mediante la mesa redonda Reyes traductor: La tradición de traducir poesía; que convocó a grandes personalidades de las letras: Tomás Segovia, uno de los más emblemáticos poetas vivos de lengua hispana y a quien se brindó un merecido homenaje durante estas jornadas; los también poetas y traductores Jesús Munárriz, de España; y Omar Lara, de Chile; así como el especialista mexicano en la obra alfonsina Héctor Perea.

Durante su participación, Segovia, poeta formado en la ardua disciplina de la traducción, destacó los vasos comunicantes entre ésta y la creación. Con su característico don de conversación, Segovia cautivó a los estudiantes que acudieron al evento, ante quienes enfatizó: “la verdadera dificultad de la traducción es la ambigüedad”, al referirse al reto que representa mantener la connotación que caracteriza el lenguaje poético al momento de traducir.

Por su parte, Jesús Munárriz, director de Hiperión, editorial especializada en la divulgación de poesía internacional, puso de relieve la necesidad de la traducción, “este elemento de creación, incomunicable y difícil de legislar”, sin el cual, dijo, no se puede leer a nadie; mientras que Omar Lara hizo referencia a la calidad y pertinencia de una edición como El oro de los tigres y Héctor Perea destacó los aportes de Alfonso Reyes en el ámbito de la traducción.

El oro de los tigres II, cuya coordinación es de Minerva Margarita Villarreal, conjuga la riqueza esencial de los textos originales, un riguroso trabajo de su traducción directa al español y una cuidadosa labor de edición, en un proyecto editorial de primer nivel que introduce y difunde, sin fines de lucro, la gran poesía de distintas lenguas.

Aquí está el referido Bernard Noël, presentado y traducido por Sara Cohen en El rumor del aire; su voz condensa infinidad de reflexiones en torno al amor, la muerte y la vida. En la poesía de Noël, la disección de emociones es brutal, silenciosa y precisa:

de cada muerto
esperamos el secreto de la vida
el último aliento lleva consigo
la letra ausente

ella alza el vuelo tras el rostro
ella se esconde en medio del nombre.


En Morgue y otros poemas expresionistas, la formación y carrera como médico de guerra de Gottfried Benn y su especialización en enfermedades venéreas y de la piel fueron el combustible que engendraría los textos traducidos por Jesús Munárriz. La selección abarca la producción de este poeta alemán de 1912 a 1922; desde la violencia y el horror presenciado en dos guerras mundiales, el galeno hurga a punta de bisturí en la carne para mostrar nuestra animalidad.

Evidentemente, Benn fue un hombre en quien las pasiones eran material inflamable:

Mi amor sólo sabe pocas palabras:
se está tan bien junto a tu sangre.


Munárriz, su celoso traductor, da idea de ello cuando narra que la publicación en 1912 de una hoja volante con nueve poemas de Benn —entonces un joven de 26 años— provocó vehementes reacciones entre los lectores de su tiempo y que, a casi un siglo de distancia, las detona con la misma intensidad, pues la autenticidad de su voz ha rebasado la barrera del tiempo.

Orión, antología de poemas del rumano Geo Bogza, es traducción del poeta chileno Omar Lara. La selección de textos, también a cargo de Lara, constituye un vigoroso recorrido por la corrupción, la ideología, la denuncia.

Venid, vosotros que tenéis dinero, vosotros los grandes y poderosos
estoy a la venta,
desde la cabeza a los pies estoy en venta,
la desesperación del alma, el hambre de los huesos me hacen venderme
barato,
soy capaz de cualquier canallada.


A su manera, Bogza también hace una autopsia del espíritu humano, atestado de pasiones como la ambición y la rabia, pero no exento de ternura, nostalgia y el recuerdo de los horrores de la guerra.

José María Espinasa, en el prólogo de Ella, del entrañable Eugène Guillevic, afirma que la brevedad del verso de este poeta francés, “semeja un relámpago intuitivo, de iluminación instantánea que, sin embargo, deja su sabor reelaborándose en la boca” .

La mujer es un tema recurrente en Guillevic a lo largo de cincuenta años de escritura; la complejidad de su poesía reside, más que en densidades intelectuales, en su transparencia, muy cercana a la filosofía oriental. Así, Guillevic deja poemas rotundos, diáfanos, rítmicos, invulnerables, excelentemente traducidos por Francisco Segovia.

Ella no está tan segura
De sí misma,

Quizá
Su poder la domina.


Dice José Kozer que la traducción impone ir al paso. “Una palabra hacia otra palabra, un idioma hacia otro idioma. El rayo que ilumina, de repente, da en el clavo: encontramos la adecuada traducción, o por el contrario, nos atascamos”. Blanca Luz Pulido logra lo primero en su traducción de El misterio de la belleza, del portugués Nuno Júdice. Poeta, traductor y crítico literario, la obra de Júdice, en palabras de Teresa de Almeida, constituye una interrogación atenta del enigma de la escritura.

En lo alto, donde debía estar la luna,
aparece tu rostro,
y ya no necesito otras
imágenes, ahora que el poema te encontró.


No por nada, la obra poética de Júdice es un punto de referencia en la literatura portuguesa contemporánea.

Mención aparte merece Poema sucio, del poeta brasileño Ferreira Gullar, texto cuya difusión está envuelta en una peculiar anécdota: al ser divulgado por primera vez no en papel, sino a través de un casete, el poema fue oído antes que leído, lo que puso de relieve sus infinitas cualidades sonoras. El impacto que causó entre la intelectualidad brasileña fue tal, que prácticamente se convirtió en el boleto de regreso de Gullar a su patria luego del exilio y Poema sucio en una huella que divide la literatura carioca en un antes y un después.

Ese carnaval sonoro es precisamente el reto principal a la hora de traducir este poema de largo aliento. La mexicana Paula Abramo, consciente de ello, cuidó con esmero el factor sonoridad del poema, respetando muchos de los regionalismos usados por Gullar, lo que a su vez exige lectores activos capaces de seguir el ritmo de lectura sin dar traspiés.

El oro de los tigres II se completa con Poemas a Lesbia. Taeter morbus, de Catulo. La poeta y traductora hispana Aurora Luque, quien también realizó el prólogo, nos muestra a ese Catulo joven, ardoroso, corrosivo, elocuente, lascivo, ingenioso. Catulo ama, odia, se burla, se enfurece, luego se duele ante un amor que trastoca todo lo que consideró real y verdadero: Lesbia. Todo el abanico de sentimientos generados desde la trampa emocional de la pasión ocurren en Catulo y él lo expone con maestría.

Odio y amo. Me preguntas tal vez por qué lo hago.
No lo sé. Sólo siento que pasa. Y me torturo.


Luque no miente cuando afirma que la poesía de Catulo es médula pura, y que en sus versos, como en los de Safo, corre “un eros imperioso y sutil a la vez, perturbador y capaz del más profundo autoanálisis, vehemente y dueño del lenguaje”.

Se dice que en la traducción las palabras no deben explicar sino confluir del mismo modo que en el idioma original. Oficio o vocación de necios, héroes o masoquistas, la humanidad tiene con los traductores una deuda de siglos que sólo será saldada con el justo reconocimiento a sus aportes y cuando el fruto de sus desvelos trascienda brechas idiomáticas, generacionales e ideológicas y permee en la memoria y actuar de los pueblos.

Con El oro de los tigres II, la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria cumple el doble propósito de difundir lo mejor de la poesía internacional y de honrar la generosa tarea del traductor.


*Publicado en Interfolia, número 8.

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