De las cosas que duran

Él tenía una cama de hierro. El metal era oscuro, prácticamente negro, sin pintar. Sus cuatro patas elevaban como un metro a la base del piso. El tambor también de hierro. Su diseño no era sofisticado, más bien rústico, no burdo. Creo recordar que la cabecera tenía algo dibujado, pero no estoy segura. El colchón era grueso, lo que hacía que subir a la cama fuera para un niño el equivalente de una pequeña aventura. Pero tenía lógica; no para los niños, sino porque él era un hombre alto. Siempre me pareció que así sería la cama del cuento de la princesa y el guisante, aunque no pensaba en la princesa sino en que tal vez, debajo del colchón, habría chícharos. Era una cama hecha para durar vidas enteras. Ignoro qué fue de ella, supongo que la regalaron o tiraron tiempo después que el abuelo murió. ¿Dónde estará ahora?

Comentarios

Agradable lugar
:)

Termómetro