Yo qué sé. Tengo gripe.




Hay días como hoy, cuando la gripe nubla mi escaso entendimiento. Como si tuviera la cabeza dentro de un globo lleno de agua, un enorme globo que es pateado por un grupo de niños sin qué hacer. Luego me mareo. Y sea por vicio o para distraerme de esa sensación tan desagradable, miro las noticias. Como la del contingente de organizaciones campesinas integrantes de la Caravana contra el Hambre y la Carestía que tuvieron que soportar horas de espera y plantones para que el gobierno los recibiera. No para una visita social, una cena o una celebración. Fueron a ver al Secretario de Gobernación en busca de apoyo para enfrentar, pero sobre todo sobrevivir, la grave sequía que desola el campo chihuahuense, la peor dicen, vista en 70 años.

Las cerca de mil 200 personas aguardaron ocho horas, según las noticias. Marcharon en tractores y a caballo. Se fueron por Paseo de la Reforma, pasaron por el monumento a la Revolución rumbo a la Segob. Pero antes de llegar a destino, se les atravesaron las vallas en Bucareli.

Poco después del mediodía, un funcionario federal recibió a los campesinos y les dio cita para las cinco de la tarde. Les aseguró que acudirían subsecretarios de varias secretarías, como la de Agricultura, Medio Ambiente, Hacienda y Economía. También de la Comisión Nacional del Agua. Dio la hora pactada, pero ninguno de esos funcionarios llegó. Así que los campesinos regresaron a las protestas. Finalmente los recibieron como a las ocho de la noche. Era la víspera del decreto nacional anunciado por el presidente Felipe Calderón horas después en Zacatecas, otro estado vapuleado por la falta de agua, que busca agilizar la entrega de apoyos federales para el combate a la sequía.

¿Por qué hacerlos esperar tanto? ¿Por qué, ante un problema de tal magnitud envían a subsecretarios a tomar nota? ¿Acaso no sabían que estaban ahí? ¿Son tan poco visibles mil 200 personas que reclaman ayuda porque no tienen agua y su patrimonio se va al carajo? ¿Para qué las vallas?

Al día siguiente, al anunciar el decreto, el presidente pidió a las instancias federales, estatales y municipales compromiso político suficiente para que todos los esfuerzos que se emprenderán a partir del decreto no posean tintes partidistas o de cualquier otro tipo. Dijo que no tolerarán ningún abuso. Pero no explicó las medidas para garantizar que eso no ocurra. Fácil, dirán algunos, ahí está la ley. Ojalá.

Puede ser la genuina desesperación de un gremio eternamente ignorado. También puede ser parte de una bonita estrategia de descrédito contra un gobierno panista en pleno año electoral. Pueden ser ambas cosas, y más. Sea como sea la tierra está seca y el fomento para la investigación y el desarrollo de tecnología sustentable, equilibrada, competitiva y justa a favor de la producción agrícola nacional suena a un tema “silencioso” como definió el gobernador de Durango al fenómeno de la sequía. Tan convenientemente silencioso, no sea que alguien se dé cuenta.

Yo qué sé. Tengo gripe.


(Crédito de foto, sin fines de lucro: 24 Horas. Diario sin Límites)

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