Nadie

Tomó la cadena. Era gruesa, como la que usan algunos circos para atar a los elefantes. Recurrió a ambas manos para pasarla por la reja de hierro forjado y unir los extremos con un candado enorme. Oscurecía.

Terminó justo a tiempo. Entonces se dio cuenta que siempre estuvo en el lado equivocado.


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Comentarios

Liliana Cavazos dijo…
y cuántos candados más abra de colocar...
Alma Ramírez dijo…
quién sabe

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