Señores: un excuse nous no basta

O la paranoia desatada por el terrorismo está cabrona, o los franchutes se llevan la Palma de Oro a la estupidez o peor aún, a la mamonería. Sólo estas opciones se me ocurren en este momento tras leer una nota de un periódico local que da cuenta de la discriminación y trato humillante que sufrió el actor mexicano Rubén Sosa en el aeropuerto de Niza el lunes pasado.

Sosa, protagonista del filme Los Bastardos, dirigida por Amat Escalante y que es -hasta este momento- una de las más fuertes competidoras a obtener uno de los premios del jurado de la sección oficial Una cierta mirada. El filme cuenta la historia de dos inmigrantes mexicanos en Estados Unidos que reciben el encargo de asesinar a una mujer

La cosa empezó cuando Sosa llegó al mencionado aeropuerto y tres agentes aduanales lo detuvieron porque se les hizo sospechosito tanto por su apariencia física como por el hecho de que era la primera vez que el joven visitaba tierras galas. Además de las preguntas de rutina, para las cuales Sosa no contó con el servicio de traducción, los agentes lo obligaron a desvestirse para someterlo a revisión, e incluso, según el actor, se burlaron de él. Su justificación: que el chaval parecía una “mula”, como se les llama a los y las jóvenes contratados por narcotraficantes para transportar droga.

Ahora, el gobierno francés dice estar muy avergonzado del hecho y lamenta que en su momento los elementos aduanales no se hayan disculpado con Sosa. Como premio de consolación, y ante la amenaza del actor de demandar a los oficiales, han anunciado que enviarán una carta oficial donde lamentan el incidente, aunque defienden la actuación de los agentes bajo el criterio de que actuaron en el marco de la lucha contra las drogas.

El subprefecto de la localidad de Grasse, Claude Serra, administrativo de Alpes-Maritimes, achacó el “malentendido” a una serie de factores muy simpáticos aparte de su fisonomía: la juventud de Sosa, el hecho de que su pasaporte se expidió una semana antes de su viaje y a que éste dijo ser electricista en lugar de presentarse como actor (lo cual es verdad). Todo eso encendió los focos de alerta en los franchutes, que no entendían por qué alguien así querría viajar a Cannes y no tuviera intenciones de llevar porquerías que dañen la salud de sus habitantes (como si dentro de Europa no movieran eso y más).

“Queremos que sepa que lamentamos lo que le pasó, y no queremos que se quede con ese mal recuerdo de Niza. Esperamos que regrese algún día, porque lo atenderemos muy bien. Le deseamos que siga con su carrera, que tenga éxito, y que algún día pueda volver al Festival de Cannes”, expresó el funcionario francés.

Por si fuera poco, algo similar le pasó en el aeropuerto de Ámsterdam, cuando volvía a México. El morro enseñó gafette de Cannes, les dijo que le había pasado lo mismo en Niza y toda la cosa, pero los oficiales pensaban que mentía con todos sus dientes. Fue hasta que dijo que llamaría al equipo de producción de la película que lo dejaron ir.

“¿Piensan que solamente allá puede entrar gente con dinero o con influencias? Yo digo que eso está mal. Todos tenemos derecho a todo”, comentó.

Ahora resulta que uno o una debe tener piel blanca y ser bonit@ para que si un día se viaja a otro país no llames la atención ni te sometan a humillaciones porque te vieron cara de narco o terrorista. Y yo que creí que los gringos encabezaban la lista como los más retrógrados y discriminatorios en sus medidas de seguridad. Vaya, vaya.

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