Breves religiosas 1, por Adrián Herrera, alias el Chef rabioso

Texto publicado en MILENIO Monterrey el viernes 12 de febrero 2010. Estupendo.



Acto de contrición: uno de los elementos basales que mantiene la creencia y rituales católicos son los actos de contrición; arrepentirse por haber hecho cosas que ofenden y no le son gratas a Dios. Esto me incomoda profundamente; ¿Ofender a Dios? ¡Eso no es posible! Es increíble que a estas alturas todavía engañen a la gente con esta clase de estupideces. Usted no puede ofender, hacer sentir mal o perturbar a un ser omnipotente, omnisciente y omni todo lo que usted guste. (Suponiendo, claro está, que dicho ser realmente existe en primer lugar.) Esta clase de invenciones, oraciones y rituales personalizados no tienen nada de piadosos: son maquinaciones elaboradas con toda la mala intención de crear culpa en el individuo para mantenerlo creyendo. Por supuesto que un sacerdote, confrontado con la expiación de culpas de sus fieles, y notando la carga terrible que los aqueja, nunca será para hablarles honestamente e informarles con franqueza que todo aquello que los oprime es inventado y que ha sido implantado psicológicamente en ellos desde la infancia, que ya es parte de su cultura, su forma de vida y, eventualmente, de muerte. Obispos y sacerdotes no pueden ya decir la verdad: revelarla representa un acto de suicidio, pero de hacerlo, constituiría un verdadero acto de contrición.

Es hora de que esta gente se confiese ante la sociedad y ante sí mismos y digan la verdad. Por lo pronto, que no lo engañen: Dios ni se enoja ni lo va a castigar, ni en esta vida ni en la otra.

Para siempre: la Iglesia considera que, dado que Dios es eterno y absoluto, sus supuestas leyes, reglas, intenciones y caprichos también lo son. El problema es que la naturaleza humana es volátil, impredecible, cambiante y muy finita. El matrimonio, por ejemplo, es una de estas suposiciones. Hay quien dice que somos como los pericos, que encontramos una pareja y pasamos el resto de nuestras vidas con ella. Nada más equivocado: la cantidad de divorcios y los harems de ciertas tribus árabes demuestran que esto no es una constante. Esta determinación a forzar las relaciones humanas hasta el límite de lo absurdo ha creado tanta infelicidad y problemas que, justamente por eso, el Estado decidió que el divorcio era legal y factible. Lo que resulta incomprensible es que la Iglesia católica aún se guíe por la supuesta “palabra de Dios” para reinventar la naturaleza humana –o más bien forzarla– y crear situaciones monstruosas y enfermizas. Asumir responsablemente la realidad de nuestra naturaleza y comportamiento y confrontarla psicológicamente con honestidad y practicidad nos llevará a tener vidas más felices y productivas. Aquí no hay nada absoluto e incuestionable. Lo único que es para siempre es la muerte. Todo lo demás se encuentra en constante cambio y experimentación.

No confunda el querer vivir bien con seguir esta serie de reglas tontas inventadas hace siglos y forzada por una manga de patanes mentirosos, manipuladores, flojos y neuróticos que, además de decirle que se va a ir al infierno, le quitan su dinero. Hasta ese día.
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Chef y escritor

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