Un lugar tan, pero tan común

A casi 27 años de existencia, tengo la impresión de que las cosas largas (temporalmente hablando por supuesto) están fuera de lugar en mi vida. Al menos las voluntariamente aceptadas. Mis relaciones amorosas y mis chambas. En éstas últimas ha coincidido que al cumplir un año y seis meses mi salida es inminente, justo cuando se ha terminado mi pasión o misión en determinados sitios, tal vez más lo primero. Dicen los que le inteleyen a eso de las estrellas que es el sino de mi signo: el eterno vagabundeo, porque pasar del tiempo estrictamente necesario equivale a morir. Eso aun no me consta.

En cuanto a lo privado, esta regla parece haber sido rota. Antes, llegar a los tres meses era el récord. Razones clave: el aburrimiento -en más de una ocasión más mío que del otro, ah, y una vez que me pintaron los cuernos y otra en que el interfecto dijo: no quiero perder tu amistad (sonoro abucheo seguido de ay, no ma…, por favor)-.

Lo que sí me causa algo de extrañeza, aunque no me desagrada, es que desde la perspectiva emocional la regla parece haberse disuelto o quedar en impasse. Tengo 4 años y tres meses de una relación hasta cierto punto estable, y digo hasta cierto punto porque pienso que completa estabilidad equivale a estancamiento.

Esto viene a cuento porque no me acaba de quedar muy claro cómo es que muchas mujeres tienen como meta en la vida lograr la estabilidad vía una pareja. Advierto que dicha meta no debe ser descalificada o minimizada porque a final de cuentas cada quien satisface sus necesidades como quiera. Sin embargo, me mueve la curiosidad escuchar en el camión, el metro, la calle, en los cafés, antros, salones de belleza, oficinas, chats, etcétera, varias de ellas se remiten a lo mismo: buscar a un hombre para alcanzar, a través de una relación de pareja que desemboque en matrimonio, la estabilidad y plenitud emocional.

Y es que durante siglos nos han vendido la idea tanto a ellos como a nosotras, de que ése es uno de los fines clave en nuestras vidas. Que sólo estamos completos (as) cuando hallamos a ese o esa alguien “especial”. La misma cultura así lo determina. Si no, a qué hacen alusión frases como “complemento”, “media naranja”, “mi otra mitad”, “mi otra costilla”, “la mugre de mis uñas”, “la crema de mi café”, y ondas más escatológicas como “la caca de mi calzón”. Anyway.

Ayer, mientras resollaba luego de una hora de spinning, una de las clientas del gimnasio al que voy se quejaba de que no tenía con quien salir, porque todas sus amigas ya estaban casadas, con hijos, o con novios foráneos que los fines de semana hacen la visita de rigor. Su drama más reciente es que quería ir al concierto de despedida de Pandora, “me encantan porque es la música de mi generación”, dijo. “Pero como no quería estar sola como moco, mejor no fui”. Y así prosiguió diciendo que ante ese panorama, los sábados por la noche los dedica a rentar unas pelis, hacer palomitas y quedarse en casa. La cosa se puso pior para ella cuando, hablando de noviazgos y casorios otro cliente le dijo que él y su ahora esposa habían sido novios durante 5 años antes de casarse. “¡¡¡Qué horror, imagínate. Si ahorita tengo 32 años y me aventara 5 de noviazgo, acabaría siendo la abuela de mis hijos!!!”, exclamó escandalizada.

Quise decir algo, más cerré pico. El adoctrinamiento me da hueva. Pero me causó tristeza, porque pareciera que no hay alternativas. Que es necesario a como dé lugar no quedarse solo o sola. Porque el mensaje en ello es que estás en total soledad si no tienes un hombre o mujer junto a ti, aunque tu agenda reviente de amigas y amigos. Que eres completa(o) en la medida en que tengas a alguien a quien dedicar tu tiempo, pensamientos, fuerzas, recursos. La vida pues. Que a cierta edad lo adecuado es eso porque la gente a tu alrededor así lo hace. No saber que la esperanza de vida del ser humano ha crecido enormemente y ya no eres una anciano (a) cuando rebasas la tercera década, y que hay que darse prisa, prisa, prisa.

Alguien que coincida con la chica del gimnasio dirá: “pos tú qué, para ti es fácil porque tienes compañía”. Maybe, pero esa compañía se comparte, no es un ingrediente del que hubiera carecido y sin el cual hubiera sido imposible evolucionar como mujer. Me hace feliz, pero no me hace ser más completa de lo que soy, así como tampoco su falta sería capaz de despojarme de mi propia identidad, principios o metas. Porque se es o no se es por un@ mismo, no por otros, aunque las relaciones de pareja, cuando en realidad lo son, resultan maravillosas.

Es más chido que dos seres plenos se busquen, enamoren y compartan este valle de lágrimas y risas, que millones de incompletos en perenne rastreo de iguales, en una suerte de memorama con pedacería de mosaicos.

No creo en destinos, pero tampoco en postulados. Creo en planes y que si hay necesidades se busque satisfacerlas, pero que esa búsqueda no se torne frenética por presión social. El amor que tengamos por lo que somos y no por lo que los demás determinen es lo mejor es la única certeza en, como canta Bosé, “este mundo que va como la luz del pensamiento”.


Dedicado a las y los que pasan el tiempo oteando el horizonte en pos de feromonas, que gozan cortarse las venas con cualquier cosa con menos filo que una navaja sólo por llamar la atención. Para morir de verdad, la mejor arma es el aburrimiento.

Comentarios

Pablo Perro dijo…
Pero que rico es eso de cortarse las venas con galletas saladas, algunos vivimos de ese modo por decisión propia y no nos quejamos.

Claro que el perro es perro con o sin quien lo lleve a pasear al parque.

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