De móviles y absurdos




El asueto del 16 de septiembre comenzó, entre otras cosas, con el cadáver de una mujer hallado en la parte trasera de un restaurante. Le golpearon la cabeza con una piedra hasta matarla. Hoy el asesino fue atrapado. El móvil del crimen: 50 pesos que la mujer no quiso darle para comprar gasolina.

Tres días después, encuentran el cuerpo de una niña de once años a la orilla del río Pablillo, municipio de Linares. Se presumió que había muerto ahogada, consecuencia de las intensas lluvias que han caído en el estado. Pronto se sabría que en realidad, la niña falleció a punta de pedradas asestadas por un primo suyo.

Luego, en General Terán, un joven confiesa haber asesinado a su pareja debido a los malos tratos y amenazas que recibía de ésta.

No. Creo que no tiene nada qué ver con la moral ni con los valores que muchas buenas conciencias dicen que se han perdido mientras se rasgan las vestiduras. Tampoco con el feminismo en el sentido de si son ejemplo de que la infección del machismo aún baila en este antes polvoriento y hoy semitropical pueblo olvidado de Dios. Pienso en la bestia que según los psicólogos forenses habita en ocho de cada diez de nosotros, ese Hyde, ese Jack, you know. Sombra que va detrás nuestro todos los días, prendida a la nuca.

Atamos a la bestia con listones, la vestimos con frac, la perfumamos, le cortamos las uñas, la talqueamos, la volvemos políglota, cosmopolita y competitiva. Jamás entendemos que es inútil.

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