Cuando escribir hierve la sangre

Sí, sí, sí, sí. La frase está choteada. Sí, sí, sí, sí, qué poca imaginación. Sí, sí, sí, sí, parece que se habla de las muertas de Juárez. Sí, sí, sí, sí, y a pesar de lo gastado de los recursos, el hecho es que siguen muriendo periodistas en México, y no precisamente por resbalarse con el jabón mientras se duchaban.

Dicen que lo "retro" es lo de moda, que viene mucho. Si te descuidas puedes encontrarte en segundos dentro de una reconstrucción de los setentas, justo cuando la mayor parte de la población del país estaba en pañales. Las modas y tendencias se recrean. Los vicios y mañas también. Si no, que alguien me explique cómo o por qué extrañas artes la labor periodística vuelve a lidiar, con más fuerza,con los procedimientos y marranadas tanto del gobierno, el narco,la IP, etc, etc,que hace 20 años, nadamás por desempeñar su labor.

Al principio sólo lo conocí de oídas, primero en la facultad y luego en el quehacer. Y mi impresión era de obnubilación y admiración total. Babosamente pensaba que yo debía acabar así, en esa especie de mártir fundamentalista. Lanzarte de cabeza y sin meter las manos en pro de la verdad.

Han pasado los años. Y me han quedado claras algunas cosas. Primero, que no es una buena forma de morir, aunque las causas sean nobles. Nadie que ejerza el periodismo, el de a de veras, el que habla claro, de frente y con la mierda hasta las rodillas, porque a veces es la única manera de sacar a la luz tanta porquería, repito, nadie, debe morir por hacer bien su jale. Desde Belisario Domínguez, los Flores Magón, hasta Guadalupe García Escamilla, de Nuevo Laredo, Tamaulipas, sin olvidar a Alfredo Jiménez, que cubría la lucha antidrogas y las fuentes de seguridad pública para el diario "El Imparcial", de la ciudad de Hermosillo, reportado desaparecido desde el 2 de abril.

La lista es muuuy larga. Vivir en democracia no garantiza para una chingada, con perdón, la seguridad de nadie (o será, como se atreven a decir algunos, el costo de la transición?).

En México, del 2000 a lo que va de este año se han registrado 11 periodistas muertos, y entre enero y febrero del 2005 llevamos 12 comunicadores víctimas de agresiones, intimidaciones, intentos de asesinatos, amenazas anónimas vía telefónica o a través del Internet, detenciones policíacas y denuncias. En el despertar de este 2005 nos llevamos la sorpresa de que por fin nuestro país ocupó un primerísimo lugar, lástima que sea porque superó a Colombia.

Por eso irte de corresponsal a Irak pudiera sonar a vacaciones. Perdón por la pueril comparación. Pero es un hecho que por más que el presidente Fox asegure que los crímenes no quedarán impunes, que el Estado actuará con todo el peso de la ley, sus palabras no son más que letra podrida. Y para callarle la boca a cualquiera que pretenda decir que eso es cierto, la prueba está en la convocatoria de la Red Nacional de Periodistas a favor de la reportera tabasqueña Cecilia Vargas, cuya hija ha sido secuestrada. No hace falta ser genio para entender que esto no sería necesario si las condiciones fueran otras.

El sábado se llevó a cabo una protesta en todo el país por los asesinatos a comunicador@s. En Monterrey la cosa estuvo muy floja, la mordaza pesa mucho en estos lares, más cuando el 50 por ciento de los activos financieros nacionales salen de aquí, y más aun cuando tan sólo en el 2003 en el “estado de progreso” se lavaron más de 24 millones de dólares. Pero esas son pequeñeces ante “las buenas noticias”, como el concierto de los tres tenores, la Ciudad Internacional del Conocimiento y el empuje económico del empresariado norestense. Tampoco importa que Nuevo León ocupe el sexto lugar en producción de pornografía infantil y que seamos el proveedor number one para Estados Unidos.

Lamentablemente, aquí está cañón hablar de hacer montón frente al monstruo. La necesidad es mucha y las oportunidades escasas. Aun sigo pensando que es parte del compromiso de informar. Todo tiene un costo. Habría que sopesar cuál es el que deseamos pagar. Perder dineros, la libertad de expresión, o la vida. ¿Cuál dolerá menos?

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